Era verano en mi corazón pero invierno en las ramas de los árboles.
Un silencio de nido vacío inundaba las manos
que habían trabajado bajo el sol de la indiferencia.
Gastados de tanto barro los pies rompían en llanto
a un costado del camino que alejaba a los hombres de los hombres.
El miedo ponía en juego la astucia de sus cartas
e iba ganando cómodamente la partida.
Era verano en mi aislamiento pero invierno en la aglomeración,
en el beso que se multiplica, en la saliva que vuela.
Sobre la cama el libro de poemas dormía
soñando con impensados artilugios de ulcerada madera.
La perra le ladraba al futuro que se anunciaba apocalíptico
y, en el espejo, un mosquito se pintaba las uñas.
Detrás del miedo se perfilaba una sobria locura
ataviada con pieles de nutrias y osos boreales.
Era la vida jugando en el patio de la muerte
a una rayuela con un cielo ávido de tempestades.
Entre los deperdicios se veía la obra maestra de unos ojos
mirando desde un cuadro la más absoluta inmensidad.
Perdido y encontrado puño de dolor y rabia que acontecía
y se estrellaba contra la pared que no entiendía el idioma.
Era verano en el ideal de la belleza pero invierno en la costra del grito.
Jorge Luis Estrella
jueves, 30 de abril de 2009
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Para Maria. De su blog
Si me envías al trabajo, linda dama,
no me esperes que llegue hasta tu puerta,
pues mis huesos alarma dan de alerta
y mejor estoy dormido en blanda cama.
Tu me pones de Muestrario caballero,
y muy digno de tu afán pongo mi arte,
para al fin a tu gloria desearte,
un saludo prolongado de sombrero.
Tu Maria, eres buena a mi estandarte,
y sin nada que turbase nuestra vida,
yo te tengo por amiga muy querida.
Este verso me sale de mi alma
y lo mando a tu buzón, con la alegria,
de tenerte en Eslovenia, a ti Maria.
Si alguna vez voy, te busco.
EMILIO MEDINA MUÑOZ
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