
Renació de tsunamis de pasiones encontradas
y llegó a las orillas
de círculos de hielo,
transformándose
en brisa que aplaca al fuego.
Desplegó sus alas
sobrevolando orillas,
enjugó de espuma
su corazón etéreo
y más allá del miedo,
de todos los hados,
voló entre las nubes que nunca llovieron.
Despacio, quedito, suave
se imbuyó en el océano
para rescatar las nanas
de las inquietas almas,
e iluminar senderos
con azules claros,
como claro es el cielo.
…
Mujer del agua
que aplaca la sed
de sedientos seres,
la gracia agradece que exista
su risa,
su respeto,
su esencia sin prisa,
que se apresura a tiempo.
Honrando historias
para que sean sonidos
y no más silencios
…
La mujer del agua,
es de agua y viento.
La tierra cada tanto, mira,
porque bien saben las cimas
que en ella galopa,
además,
un corcel de fuego.
Diana Bracamonte
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